"Digo, pues, que ya habían los años de la fructífera Encarnación
del Hijo de Dios llegado al número de mil trescientos cuarenta y ocho cuando a
la egregia ciudad de Florencia, nobilísima entre todas las otras ciudades de
Italia, llegó la mortífera peste que o por obra de los cuerpos superiores o por
nuestras acciones inicuas fue enviada sobre los mortales por la justa ira de
Dios para nuestra corrección que había comenzado algunos años antes en las
partes orientales privándolas de gran cantidad de vivientes, y, continuándose
sin descanso de un lugar en otro, se había extendido miserablemente a
Occidente. Y no valiendo contra ella ningún saber ni providencia humana (como
la limpieza de la ciudad de muchas inmundicias ordenada por los encargados de ello
y la prohibición de entrar en ella a todos los enfermos y los muchos consejos
dados para conservar la salubridad) ni valiendo tampoco las humildes súplicas
dirigidas a Dios por las personas devotas no una vez sino muchas ordenadas en
procesiones o de otras maneras, casi al principio de la primavera del año antes
dicho empezó horriblemente y en asombrosa manera a mostrar sus dolorosos
efectos..."
El Decameron. GIOVANI BOCCACCIO.
Y yo digo que, en el mes de marzo del año de Nuestro Señor 2020, ante la crisis sanitaria provocada por el COVID 19, tengo claras algunas cosas:
- Estamos cumpliendo un confinamiento de lujo en el mejor lugar del mundo, nuestra casa
- Deberíamos reordenar nuestras prioridades y aprender algunas lecciones
- Quizás la naturaleza necesitaba este descanso
- La humanidad saldrá de ésta, con ayuda de la Ciencia, de la Solidaridad y con un poquito de Cultura
A partir de hoy, los alumnos de Historia del Arte de 2º de Bachillerato y yo, iremos poniendo píldoras artísticas para aliviar esta cuarentena del siglo XXI.
Manteneos sanos. Cuando esto termine, volveremos a tomar las calles.
Mª José Fernández Mesa.